domingo, 16 de septiembre de 2012

LA FIESTA DE LA CABARA LOCA




POR: PAUSIDES REYES

La invitación era abierta pero el acuerdo cerrado; por eso, cuando le anunciaron al país la celebración del gran acuerdo de la hermandad antichavista se hizo pública la tarjeta de la convocatoria pero se reservaron debajo de la manga el paquetazo chileno. Todos tienen deberes pero pocos gozan de derechos, más democracia que eso imposible. Unidad, unidad, unidad, gritaban al unísono durante los primeros brindis. Democracia, democracia, democracia balbuceaban al filo de la media noche. La restauración de la cuarta estaba asegurada. Después de la borrachera democrática vino el ratón y los dolores de cabeza. En pleno proceso de superación de los efectos del alcohol apareció Mefistófeles con su inconfundible olor a azufre reclamado un derecho de soberanía. El rey ya no exhibe corona;  tantea...Ah...nada, vuelve a tantear…
-” ¿Dónde carajo fue a parar mi corona?” se pregunta desesperado a todo gañote. Todos vuelven la mirada…  El rey ha quedado desnudo en medio del salón de baile. El  traje “democrático” a la medida del engaño se descoció por las costuras de la farsa; la máscara de la unidad perdió el ligamento saliva de loro y rodó cuesta abajo en la rodada, dejando al descubierto las cicatrices primarias de las puñaladas, zancadillas y patadas de aquel evento del guiso que dejó a la mayoría de las familias invitadas sin cambur;  y la mesa, que servía de asiento a falta de sillas, se la robaron unos justicieros venidos del norte para utilizarla en la firma de un contrato de arrendamiento: todas las almas de los convidados al festín quedaban bajo el control discrecional de Lucifer.
La farsa ha quedado develada. Viejos actores,  viejos procedimientos. Hoy, al igual que en 1957, una elite  ha firmado un acuerdo en Nueva York donde se pretende hipotecar la soberanía de la patria: El paquetazo. Hoy, al igual que ayer, se intenta venderle al país un desempolvado pacto de Punto Fijo con la burda excusa de salir del “dictador Chávez”: MUD… Pero un pequeño error neuronal les impidió calcular los niveles de irreverencia alcanzados durante este proceso… y el desplome comenzó por donde menos lo esperaban; desde su propio seno comenzaron a reventar  los desacuerdos. No hay tres millones de oligarcas, Sancho; los seguidores del Majunche también compran en Mercal y van a consulta en los módulos de Barrio Adentro. El cielo está encapotado… vivimos tiempos de revolución.

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