POR: PAUSIDES REYES
Ha tenido el Presidente de la República que terciar nuevamente contra uno de los vicios más perversos de la lucha política: el sectarismo. Hacerlo en plena campaña electoral y de cara a todo el país ha dado pie para la especulación de la derecha en relación con la sinceridad del planteamiento; sin embargo, es bueno recordar que no es la primera vez que el comandante se refiere al problema; la iniciativa de las tres erres y su posterior reforzamiento elevándolas al cuadrado forman parte de una constante preocupación del comandante por evitar que el proceso se contamine con las miserias del sectarismo. El dirigente político sectario no sólo perjudica en la coyuntura electoral porque resta votos en lugar de sumarlos; sino que perjudica también estratégicamente en tanto que contribuye a la conformación de unas oligarquías burocráticas de hierro en el seno de la estructura del partido y del Estado. El sectario lo es porque se considera depositario de la verdad revelada por Dios, la ciencia y/o la Razón; en consecuencia quienes no comulguen con la secta que se fragua al calor de las practicas excluyentes pasan a engrosar la filas de los herejes que hay que etiquetar para distinguir a los puros de los impuros.
Ha tenido el Presidente de la República que terciar nuevamente contra uno de los vicios más perversos de la lucha política: el sectarismo. Hacerlo en plena campaña electoral y de cara a todo el país ha dado pie para la especulación de la derecha en relación con la sinceridad del planteamiento; sin embargo, es bueno recordar que no es la primera vez que el comandante se refiere al problema; la iniciativa de las tres erres y su posterior reforzamiento elevándolas al cuadrado forman parte de una constante preocupación del comandante por evitar que el proceso se contamine con las miserias del sectarismo. El dirigente político sectario no sólo perjudica en la coyuntura electoral porque resta votos en lugar de sumarlos; sino que perjudica también estratégicamente en tanto que contribuye a la conformación de unas oligarquías burocráticas de hierro en el seno de la estructura del partido y del Estado. El sectario lo es porque se considera depositario de la verdad revelada por Dios, la ciencia y/o la Razón; en consecuencia quienes no comulguen con la secta que se fragua al calor de las practicas excluyentes pasan a engrosar la filas de los herejes que hay que etiquetar para distinguir a los puros de los impuros.
El socialismo, entendido como proyecto emancipatorio, es ajeno a las miserias del sectarismo. Chávez ha dicho que “combatir ese fenómeno dañino que es el sectarismo para consolidar la victoria en las elecciones presidenciales del siete de octubre, porque estamos obligados a dar la batalla perfecta… Es muy importante la sumatoria de fuerzas, guerra al sectarismo, cero sectarismo, amplitud, sabiduría política. Si en algún lugar debe reinar como reina el sectarismo es en la derecha, porque la burguesía es sectaria, es excluyente; nosotros no” En otro contexto, intentando una aproximación a la definición de la experiencia revolucionaria en nuestro país el Presidente Chávez le diría a Agustín Blanco Muñoz: “Creo que el concepto de revolución debe ser el prisma, es decir, la fuente o rayo de luz que pasen por ese concepto y salga una resultante, tiene que ser revolucionario. Todos los pensamientos revolucionarios serán bienvenidos, aceptando que tengan contradicciones entre sí, pero bienvenido el pensamiento que se oriente a la revolución necesaria en este momento para Venezuela”.
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