domingo, 16 de septiembre de 2012

LA PATRIA CONTRA EL IMPERIO

POR: PAUISIDES REYES

 
Comencemos por la patria para intentar aclarar su alcance político desde una perspectiva estrictamente bolivariana y socialista. La pertinencia de la aclaración tiene sentido porque no son pocos ni inocentes los intentos que, desde los medios de comunicación palangristas, pretenden tergiversar la perspectiva revolucionaria que tiene  la idea de patria contenida en la propuesta programática del Presidente Hugo Chávez  Frías, con el propósito avieso de hacerla coincidir con las nociones más reaccionarias y retrogradas que el fascismo europeo y las tiranías latinoamericanas levantaron como bandera política en el pasado para ahogar en sangre las ansias de libertad de nuestros pueblos. La idea de patria en Bolívar trasciende las fronteras geográficas de su Venezuela natal y proyecta para una posteridad, que es la contemporaneidad nuestra, un ideario unitario anticolonial: “Yo deseo más que otro alguno -decía- ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”; he allí la patria grande bolivariana confederada bajo el principio de la libertad y hermanados sus pueblos en la acción solidaria. La reivindicación del bolivarismo en este proceso revolucionario no es un ejercicio retórico más, tampoco es el patrioterismo ramplón al que nos acostumbraron los gobiernos entreguistas que se escudaron en la gloria de Bolívar para esconder su propio servilismo, no es el nacionalismo de las dictaduras militares de nuestro continente; forma parte, eso sí, de un esfuerzo militante por construir un modelo socialista que, “sin ser calco ni copia”, convierta a nuestro pueblo en el sujeto protagonista de las transformaciones. Hoy como ayer la unidad de nuestros pueblos sigue siendo una necesidad; el ALBA y el reciente ingreso de Venezuela al MERCOSUR forman parte de un esfuerzo que la revolución bolivariana, bajo la conducción de su comandante Presidente Hugo Chávez,  ha hecho en la última década para hacer realidad, en un contexto histórico diferente, el sueño unitario de nuestro Libertador Simón Bolívar. Dicho con otras palabras, el propósito estratégico de la segunda y definitiva independencia de nuestros pueblos pasa por la unidad: “Nuestro norte es el Sur”. Ahora bien, la magnitud política de semejante propósito choca con unos intereses imperiales  que no podemos desdeñar. Y cuando decimos imperio  nos estamos refiriendo a las  nuevas formas de dominio en el mundo globalizado de hoy. Vivimos en un estado de guerra global permanente  donde el bombardeo radioactivo con los símbolos es  tan mortífero como cualquier bombardeo nuclear. Se diluye la línea divisoria que separa  la muerte física y/o biológica de aquellas bajas que deja la castración mental por el embrutecimiento que los mecanismos más sofisticados de dominio cultural buscan sembrar en las profundidades del alma de nuestros pueblos. La de ahora no es una guerra localizada ni desarrollada únicamente mediante los instrumentos bélicos convencionales; su carácter global no tiene una connotación exclusivamente geográfica, pues se libra en todos los espacios y en todos los frentes: militar, económico, político y cultural; utiliza múltiples mecanismos y contrata mercenarios para ejecutar planes. No es casual entonces que el contenido programático de la propuesta opositora contenga el recetario imperial capitalista. El próximo 7 de octubre se librará una nueva batalla político electoral; si bien es cierto que el señor Capriles, el maniquí-candidato opositor,  tiene cedula de identidad venezolana, su corazón se encuentra en el Pentágono. Por eso decimos que ésta es una lucha de la patria  bolivariana contra el imperio capitalista.


 



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